Violencia entre barristas opaca el fútbol en el Pascual Guerrero
El pasado martes por la noche, el estadio Pascual Guerrero de Cali fue escenario de un lamentable episodio de violencia entre aficionados, que una vez más pone en evidencia los problemas que aquejan al fútbol colombiano fuera de las canchas. Mientras Junior de Barranquilla disputaba el duelo de vuelta de los octavos de final de la Copa Colombia 2025 contra Atlético, un seguidor del equipo rojiblanco fue atacado por presuntos miembros de barras bravas del América de Cali en las inmediaciones del estadio.
Lo más preocupante de este incidente es que el partido se jugó prácticamente sin público, dado que el rival de Junior, Atlético, no cuenta con una hinchada significativa más allá de los familiares de sus jugadores. Además, el acceso de hinchas visitantes estaba prohibido, lo que debería haber garantizado un entorno más seguro. Sin embargo, la violencia encontró su lugar fuera del estadio, en una tienda cercana donde un seguidor del Junior observaba el encuentro.
En un video que rápidamente se viralizó en redes sociales, se puede ver cómo varios jóvenes, presuntamente vinculados a las barras del América, identifican al seguidor rojiblanco y lo atacan de manera brutal. Armados con elementos cortopunzantes, los agresores se abalanzaron sobre el juniorista, quien intentó defenderse utilizando una mesa plástica del lugar. Al verse superado en número, el hombre intentó escapar corriendo entre sus atacantes, pero las imágenes muestran que fue alcanzado y apuñalado en la espalda.
Este tipo de enfrentamientos entre movimientos futboleros de Junior y América no es nuevo. La rivalidad entre ambas hinchadas ha generado episodios de violencia durante años, al punto de que está estrictamente prohibido que los hinchas del Junior ingresen al Pascual Guerrero y que los del América entren al Metropolitano. Sin embargo, estas medidas parecen insuficientes para prevenir los ataques que ocurren fuera de los estadios.
Hasta el momento, no se tiene información sobre el estado de salud del seguidor atacado ni sobre lo que ocurrió después de que logró escapar de sus agresores. Este incidente deja en evidencia la necesidad urgente de implementar estrategias más efectivas para combatir la violencia en el fútbol colombiano, que sigue empañando la belleza del deporte y poniendo en peligro la vida de quienes simplemente quieren disfrutar de su pasión por el fútbol.
Es hora de que las autoridades deportivas y gubernamentales tomen cartas en el asunto. La violencia no puede seguir siendo parte de la narrativa del fútbol en Colombia. ¿Cuántos incidentes más tendrán que ocurrir para que se priorice la seguridad de los aficionados?
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